Probablemente, si has acabado en este blog, es que andabas buscando algo relacionado con los coches, así que quizá no te sorprenda saber que soy un apasionado del mundo del motor. Mi nombre es Carlos López, hasta donde llega mi memoria, siempre he preferido moverme haciendo uso de ruedas en lugar de mis piernas. En casi todas mis fotos de cuando era niño aparezco subido a un cochecito de juguete, a un triciclo, de más mayor en bicicletas…
Aprendí a conducir el Suzuki de mi padre cuando tenía 13 años, un todoterreno blanco que siempre será el coche de mi infancia. En el pueblo no había demasiados entretenimientos y mi insistencia surtió efecto. También recuerdo el día en el que me saqué el carnet de conducir como si fuera ayer. Ya tenía el de moto, pero me hacía mucha más ilusión el de coche. Apenas hice prácticas en la autoescuela porque ya sabía conducir perfectamente y lo peor es que pensaba que aprobaría a la primera, repleto de confianza, y a la hora de la verdad tuve que realizar tres intentos en el examen práctico.
Durante algún tiempo me llenaba de vergüenza admitirlo, después de todo lo que había fanfarroneado delante de mis amigos, pero más adelante llegué a la conclusión de que lo importante era que tenia el carnet.
Las pasiones nunca mueren
Más adelante, todo el amor que sentía por los automóviles más nuevos, por los coches tuning y todo el revuelo que surgió tras “The Fast and the Furious”, por allá por el comienzo del siglo XXI, se fue diluyendo. Al principio pensé que poco a poco mi pasión por los coches estaba desapareciendo, pero estaba totalmente equivocado.
Fue en una exposición de coches antiguos donde me di cuenta de que mi amor por los autos todavía tenía que superar muchas otras fases. Había estado en otras exposiciones previamente, aunque quizá no tenía los mismos conocimientos de mecánica e historia. Solo recuerdo que pasaron las horas sin que me diese cuenta, hablé con los propietarios de los coches, examiné cada centímetro de cada vehículo y cuando acabó solo podía pensar en el día que acababa de pasar.
Al día siguiente comencé a comprar revistas de coches antiguos, a investigar en las redes de internet que había por aquel entonces y a implicarme en todo tipo de iniciativas relacionadas con los coches que marcaron una época. Me quedó claro que mi vida iba a estar siempre ligada al mundo de los automóviles, aunque vaya a ir sufriendo pequeños giros imprevistos y vaya evolucionando conforme pasa el tiempo. Me parece un mundo super interesante y me gustaría poder compartir con cualquier persona interesada en este espacio mis conocimientos, mis curiosidades y mis investigaciones.